Se me place entrar como loco amante,
en el aposento de una bella dama,
la encontraré acostada en ese instante,
mal envuelta está en las ropas de su cama.
Advertido estoy que estará despierta,
aunque finja al parecer dormida,
y es que vive en su memoria incierta,
la ilusión más incierta de su corta vida.
Y yo y tú sabrás que un pensamiento puede,
el pulso detener por un momento,
y su fatigado corazón al pensamiento sede,
como la esclava infeliz del pensamiento.
Fue tan bella, es bella y más bella todavía,
más que las rosas más bellas de la jardinería,
ella la rosa más bella, entre las flores ocultas,
ella es la viuda angelical…la amada mía.
Bella mujer talvez de tantos abriles,
con una linda boca roja y perfumada,
de un mirar por la ternura infiere,
bella como siempre en la sombra madurada.
Ahí estoy en el perfume de su aliento,
con el rico aroma perfuma su alcoba,
y la admiro en su delicado aposento,
aquel cuerpo, delicada cintura… ¡que mirada!
ni flor alguna ha presentar se atreve,
ni puede comparar a su esbelto cuerpo,
¡Que belleza en lo sutil y delicado cuerpo!
ella es la de tantos abriles: la bella amada mía.
Negros su cabello, sueltos al descubierto,
cuán también ruborizantes senos,
otrora volcancillos ardientes…
y la sabana un tanto la descubre,
dejando adivinar al mejor amante.
¡Cuán dichoso sería…
aquel difunto enamorado…
aquel que la beso de noche y de día,
aquel amante loco y extasiado…
aquel que mientras tristemente moría,
ella, la más bella, dulcemente dormía.
…ahora, ahí esta en su alcoba,
reposada su cabeza en una mano,
y más abajo, una pierna desnuda,
al mejor amante… ¡que hermosura!
ahí esta su cuerpo boca abajo ¡Que belleza!
que tormento para otros…
y para usted un ensueño…y yo, vivir una locura.
Ahí estoy frente al perfumado lecho,
con el amor ardiendo, con ilusiones locas,
provocar quisiera el aliento de su olorosa boca,
saborear quisiera y por siempre sus dulces besos.
Y reposar una tan sola vez en su bello cuerpo,
junto a sus tersos pechos, suaves cuan nácar de mar,
…para otros es un tormento…
y para mi vivir un sueño y para usted… un pesar.
Y ella de su tranquilo lecho se levanta,
y fija en el piso su esbelto cuerpo,
y en torno suyo mira…
y suavemente sus manos quitan la suave sabana,
dejando su cuerpo al descubierto,
y nuevamente con gran dolor suspira.
Se sienta frente a una mesa,
ahí esta y escribe presurosa,
con su tersa mano temblorosa,
una carta de amor que mucho le interesa,
pues en ella su amor expresa,
el fuego ardiente por venir en su vida poca.
Cierra la carta llena de amor lo que al fin escribe,
y de la mesa se aparta y vuelve a su lecho,
y yo ahí en la alcoba la recibo en mi pecho,
al fuego ardiente por venir… ¡que vida loca!
………………………………………..
Amigo…que me perdones te suplico…
Si te cansan mis tristes reflexiones…
Solamente son suspiros que yo salpico,
Al amor, a la vida y a mis pobres concepciones.
©2010 Alirio Alemán.
Derechos reservados.
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